lunes, 28 de enero de 2019

CÁNCER: “YO TAMBIÉN TENGO MIEDO”


Esta historia está basada en hechos reales, ocurrió durante este último año. Llevo 18 años de médico y los últimos 11 años lo he pasado en la misma consulta.

María es una paciente de 70 y pico de años, normalmente la acompaña su hija porque no puede caminar muy bien por su artrosis de rodilla, pero hoy entra sola y deja a su hija esperando fuera de la consulta. Se sienta con cuidado en la silla….

-Aaaaayyyy….Don Pedro…-me dice María.
- ¿Qué te pasa María?
-Tu ya lo sabes D.Pedro…(agacha lo ojos y se hace un silencio).
-Que el bultito que tenía en el pecho al final es malo, (nuevo silencio)…..y tengo miedo.
- ¿Miedo a qué María?

Vuelve a bajar la mirada, se vuelve a quedar en silencio, y se le derrama una lágrima del ojo derecho. Sigue “añurgada”, coge aire, y vuelve a mirar para mí. Le extiendo mi mano y rápidamente me la coge y me la aprieta. Creo sentir su angustia. María es una paciente que conozco desde hace años, sé dónde vive, cómo es su casa, cómo se mueve dentro de ella, he tomado café con ella y buenas conversaciones sobre muchos asuntos, además conozco su problemática familiar, vive con su hija que tiene un pequeño negocio y con su nieta. Esto tiene ser médico de familia, te permite conocer mejor el entorno donde viven nuestros pacientes. 

Mientras sigue con mi mano cogida muchos pensamientos me vienen a la mente, y al mismo tiempo, otros tantos sentimientos al corazón. Me vienen quizás porque no sólo en casa hemos pasado por varios cánceres sino también por la decena de pacientes que lo han tenido y veo cómo me ha influido y cómo les ha influido a ellos. Entonces….trago saliva, e intento desconectar de estos sentimientos y pensamientos personales para seguir atendiendo a María, su caso personal.

María continúa dándome la mano, yo ahora se las aprieto con las dos, y me dice, “sé que usted me comprende cómo me siento hoy (refiriéndose a que mi madre había fallecido por cáncer de mama), sé que soy mayor ya y que algún día me tendré que morir, pero que va a ser de mis niñas sin mí”, y agachando nuevamente la cabeza y con otra nueva lagrima me dice, “le tengo miedo al cáncer, porque no me gustaría tener dolor ni sufrir”.

La consulta ya dura más de 10 minutos, y fuera ya se oyen murmullos por tardar tanto con María. Aún así sigo conectado a María, una mujer que en estos años siempre tiene una sonrisa para mí, un agradecimiento por atenderla, una mirada cómplice (me suele picar el ojo cuando quiere llevarle un poco la contraria a su hija), un beso al terminar la consulta, en definitiva, una mujer dulce.

Pasados ya 15 minutos, en los que me sigue contando cómo se siente, lo que piensa, el tratamiento que va a seguir en el hospital, las dudas con respecto a ese tratamiento y varias cosas más, termina la consulta, María se levanta de su silla y justo antes de abrir la puerta gira su cabeza y vuelve a mirarme y me dice, “pero usted también tiene miedo, ¿me da un abrazo?”.

María siempre ha sido un mujer muy observadora e inteligente, me conoce muy bien. Y le digo María, “claro que yo también tendría miedo, y aunque no estoy en tu situación, claro que puedo entender cómo te sientes, pero aquí voy a estar cuando necesites la ayuda de tu médico, cuando quieras resolver dudas, cuando quieras contarme cómo te sientes.

Así ocurrió esto en uno de esos días de consulta de este último año.
En la siguiente consulta le tocaba el turno a su hija, me comenta que ha tenido que dejar su negocio para poder atenderla bien. Y lo angustiada que estaba con su situación personal y el temor a perder a su madre. Me comenta también lo mal que lo está pasando su hija con el problema de su abuela.
Terminada esta consulta, la siguiente…….

Reflexión: ¿HAY QUE TENER MIEDO AL CÁNCER?

Un diagnóstico de cáncer puede tener un impacto enorme en la mayoría de los pacientes, las familias y los cuidadores. Es normal afligirse debido a los cambios que el cáncer ocasiona en la vida de una persona. El futuro, el cual quizás se veía tan seguro, puede parecer incierto ahora. Puede que algunos sueños y planes que se tenían contemplados ya no sean posibles. Y, por ello, los sentimientos de depresión, ansiedad y miedo son muy comunes y son respuestas normales a esta experiencia que cambia su vida. 
Hay muchas cosas que pueden causar estos sentimientos. Los cambios en la imagen corporal pueden afectar a la autoestima y a la confianza. En muchas familias se pueden alterar los roles familiares. Puede que nuestro trabajo se vea afectado (en muchos casos hay personas que tienen que estar de baja laboral). Pero, también, los síntomas físicos como el dolor, las náuseas o el cansancio, probablemente causen igualmente angustia. Las personas también podrían tener miedo a la muerte, al sufrimiento, al dolor o a todas las cosas desconocidas que podrían acontecer.
Pero es aquí donde entramos los demás actores de esta historia, tanto los familiares, como el entorno más cercano del paciente, como nosotros los sanitarios, ya que las personas con cáncer encuentran alentador que otros los escuchen y apoyen con los aspectos prácticos de cómo sobrellevar el cáncer.
Por eso más que tener miedo, hay que tener respeto. Y saber entre otras cosas lo que se debe y no se debe hacer cuando alguien tiene el diagnóstico de cáncer.
Lo que Sí se puede hacer para ayudar
  • Ofrecer apoyo, y que el paciente perciba de forma positiva este apoyo sin reprocharla o culpabilizarla por la situación es muy importante.
  • Escuchar atentamente los sentimientos de la otra persona.
  • Recordar que está bien sentir tristeza y frustración.
  • Animar, pero sin ejercer presión.
  • Los grupos de apoyo o las unidades específicas para estos pacientes puede ser de gran ayuda.
  • En algunos pacientes puede ser útil la oración, la meditación, u otros tipos de apoyo espiritual.
  • Animar a hacer ejercicios físicos, de relajación y llevar una alimentación saludable.
  • Consultar con un médico sobre el uso de medicamentos antidepresivos y contra la ansiedad.

Lo que no se debe hacer

  • No se debe reprimir los sentimientos del paciente, es importante que los exprese tal como los siente.
  • No se debe forzar a alguien a hablar cuando no está preparado para ello.
  • No se debe minimizar o subestimar el temor o miedo de la persona.
  • Decirle a una persona “anímate” cuando se siente con estos sentimientos de miedo, angustia o depresión.
  • Puede ser buen momento para dejar de fumar y tomar alcohol, puesto que en muchos casos solo son la posible causa sino que también interfieren con los tratamientos, y la calidad de vida del paciente.
by Pedro J. Martín Pérez, Médico de familia y comunitaria, Z.B.S. Agüimes

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